Si, fueron las mujeres, en las principales ciudades de los Estados Unidos y en la mayoría de los países del mundo, que el pasado sábado 21 de enero, un día después de que Donald Trump fuera investido como presidente del país más rico y poderoso del mundo, salimos a las calles masivamente para exigir igualdad y dignidad, para exigir que la protección a los derechos de las mujeres avancen y que no vamos a permitir que retrocedan. Se estima que cinco millones de mujeres marcharon alrededor del mundo y un millón en Washington, D.C.
Fue impresionante la marcha en Washington, D.C. que alcanzó 16 kilómetros, con consignas como “Construye puentes y no muros”, “Un mundo justo para las mujeres y las niñas”, “Mi cuerpo, mi elección”, y muchas otras muy significativas ante el discurso de erradicar el aborto, pero no la trata y la prostitución.
La marcha de las mujeres fue una acción pacífica porque reconocemos que no hay paz verdadera, sin justicia e igualdad para todos. Nos sumamos para demostrar nuestro compromiso para defender decididamente los progresos logrados en los derechos humanos y libertades en los Estados Unidos y mundialmente, y para lograr que la nueva administración de los Estados Unidos reconozca, proteja y promueve esos derechos.
La campaña del presidente Trump denigró a muchas personas, incluyendo a las mujeres, migrantes, Musulmanes, a las personas de color, a las personas con discapacidades, a las sobrevivientes de delitos sexuales y a integrantes de la comunidad LGBTQ. Demostró que podía atacar sexualmente a las mujeres sin consecuencias y amenazó con limitar los derechos reproductivos de las mujeres. Amenazó con construir un muro entre México y los Estados Unidos, deportaciones masivas de mexicanos y mexicanas y ha amenazado a empresas americanas como la Ford y General Motors con un impuesto fronterizo del 35% si los productos siguen siendo manufacturados o armados en México, por lo que estas empresas han decidido retirar sus nuevas inversiones de México. Todo lo anterior contribuye a una atmósfera de temor, discriminación e intolerancia en los Estados Unidos y en nuestro país.
Teníamos la esperanza de que el presidente Trump iba a mostrar un compromiso con los derechos humanos, las libertades civiles, la igualdad y la no discriminación, y con valores como la tolerancia, el respeto, dignidad e igualdad de oportunidades, sin embargo cada nombramiento que ha hecho en su gabinete, particularmente han sido personas con antecedentes contra los derechos de las mujeres y con antecedentes de misoginia, lo que nos ha traído una gran preocupación.
Nada más alejado de la realidad. En su discurso, y su protesta como presidente de los Estados Unidos, hizo evidente su machismo heteropatriarcal fascista, amenazando al mundo entero de que los Estados Unidos serán primero, sus fronteras serán las primeras que se protegerán, los empleos de Estados Unidos, también. Durante la ceremonia nos dejó ver su petulancia, arrogancia y prepotencia, y que es un tipo que no ve más allá de lo que tiene enfrente y no le interesa escuchar, sino imponer.
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Y qué podemos esperar de la reunión entre Trump y Peña el próximo 31 de enero. Yo no espero que llegué a negociar con dignidad y en representación de nuestra indignación, lo que espero del presidente de México es que llegué sumiso a arrastrarse en lugar de defender la dignidad de las y los mexicanos, a defender a las y los migrantes, a defender los empleos en nuestro país, a defender las remesas.
Me temo que como en Estados Unidos, las mujeres tendremos que levantarnos otra vez, ya las organizadoras de la Marcha de las Mujeres, han llamado por una campaña de más largo aliento, que han denominado “10 acciones/100 días: Escucha nuestras voces”, lo que significa que la marcha no paró ahí. Y me parece que las mexicanas, hoy, como nunca tenemos que unirnos, no comprar nada de marcas americanas, ni autos Ford o GM, no consumir en restaurantes que son franquicia americana, como Mc’Donals o Starbucks. Pero además estoy convencida de que Enrique Peña Nieto necesita una Primavera Lila, que debemos movilizarnos en todo el país, en cada plaza, en cada parque, en las redes sociales. Tenemos que lograrlo, porque las mujeres somos la mitad del cielo, como decía Mao Tse Tung, pero también somos las madres, hijas, hermanas, novias de la otra mitad.
Por nuestra parte llamamos a todas las mujeres y jóvenes mexicanas a tomar las plazas el 14 de febrero, contra la violencia feminicida, la discriminación y la explotación de todas las mujeres. En la Ciudad de Mèxico será en la Alameda Central a las 12:00 hrs. para exigir nuestros derechos.
Mta. Teresa C. Ulloa Ziáurriz
Directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe
(CATWLAC por sus siglas en inglés).