Esta semana dan inicio los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género, jornada en la que muchas personas realizaremos actos para recordar que la violencia contra las mujeres es tema, lamentablemente, vigente.
Una de las formas de violencia contra las mujeres es la prostitución y, más, el pretender legalizarla utilizando la falacia de que se hace para proteger a las mujeres en situación de prostitución.
A inicios de mes, el jefe delegacional en Cuauhtémoc, Alejandro Fernández, declaró que entregaría a la Asamblea Legislativa una iniciativa para legalizar la prostitución en el Distrito Federal.
Dijo que con la legalización se protegerán a las mujeres en situación de prostitución, pues se definirán espacios públicos y privados en los cuales se ejerza la prostitución, bajo la protección de la autoridad.
Yo me pregunto: ¿protección de la autoridad? Más bien toda esta idea es para proteger al cliente, al proxeneta, al policía, a la autoridad y, en suma, a todos los que ganan con la explotación de las mujeres y a los vecinos que protestan por el espectáculo.
Sí, porque al legalizar la prostitución, una de las cosas que se potencian es que los proxenetas, los lenones y sus cómplices gubernamentales, que posiblemente son integrantes de redes de trata, puedan operar con mayor libertad, pues se escudarían en el consentimiento de la víctima, consentimiento muchas veces obtenido por medio de amenazas o seducción.
Es mentira que el dinero que ganan las mujeres en situación de prostitución sea para ellas, con excepción de un 10 por ciento; si así fuera, no existiría el policía y la autoridad corrupta que deja operar a los tratantes. Es decir, todos obtienen un beneficio económico de la explotación de las mujeres.
La prostitución no puede ser un trabajo porque el trabajo debe dignificar la condición humana. La prostitución denigra a la mujer al convertirla en mercancía, en un objeto.
La clandestinidad no acabaría con la legalización de la prostitución, al contrario, incrementaría que algunas mujeres en situación de prostitución no acudieran a los servicios de salud, por miedo a ser sancionadas y no poder ganar dinero para vivir, o para cubrir la cuenta que les exigen sus explotadores.
En suma, la legalización de la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres: las cosifica, las usa como una estadística económica, no soluciona la trata ni la explotación sexual, no les garantiza acceso a servicios de salud.
Por el contrario, perpetúa el estatus de sometimiento al colocarlas en una lógica mercantil de tener que hacer lo que quiera el cliente porque él paga. ¿Dónde queda la búsqueda de la igualdad?
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MUJERES DESAPARECIDAS
Coincidencia o no, en México estamos pasando por un momento crítico en el que nos enfrentamos a una cifra catastrófica de personas desaparecidas: según la cifra oficial, se trata de 22 mil 322; otras personas afirman que se acerca a las 100 mil personas.
Muchas son mujeres que son buscadas por su familia. Por lo tanto, aparte de que el Estado mexicano no les garantizó un entorno seguro a las desaparecidas, también está violentando a sus madres, a sus hermanas, a sus abuelas, y a todas las mujeres que las buscan.
Estas mujeres padecen la omisión de las autoridades; son despedidas porque la búsqueda de sus hijas se convierte en un trabajo que les exige de su tiempo laboral; son señaladas como responsables de que sus hijas “se fueran con el novio”, como dicen algunas autoridades, y obligadas a que ellas mismas las busquen y le avisen al Ministerio Púbico cuando tengan alguna pista.
Y las madres de las mujeres desaparecidas, presuntamente víctimas de trata, hasta son señaladas de que vendieron a sus hijas.
Por eso las desapariciones de mujeres o el dolor de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos son una forma de violencia, que tal vez debería ser el tema central en este país al conmemorar el 25 de noviembre, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.
En México, estamos pasando por un momento crucial en el tema de Derechos Humanos en el que podemos definir si seguimos así, o nos activamos para exigir un compromiso del gobierno, de los tres poderes y los tres órdenes, para trabajar en conjunto y que las mujeres tengamos garantizados nuestros derechos, los humanos y todos.
Cada lágrima que han derramado las madres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, y de todas y cada una de las personas desaparecidas (mujeres, niñas, niños, adolescentes y hombres) más tarde o más temprano le explotará en la cara a un gobierno omiso, corrupto, proxeneta, cómplice y consumidor; hasta ese día las seguimos buscando #Hastakeaparezcan.
Twitter: @CATWLACDIR
*Directora de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés).