El carácter global y capitalista que da orden al planeta se encuentra en todos los aspectos de la vida y siempre beneficia a los mismos grupos por encima de otros que históricamente resultan afectados.
En el marco de los Juegos Olímpicos, que en estos días se desarrollan en Río de Janeiro, Brasil, ocurre en un segundo plano, ahí mismo, un fenómeno que no se ve en las transmisiones de mayor audiencia y que apenas se alcanza a comprender a través de los breves reportajes de la prensa internacional.
Como es sabido, no es el pueblo brasileño quien se llevará las ganancias por concepto de turismo durante estos Juegos, sino las grandes marcas transnacionales patrocinadoras. Además, la política económica y la inversión erogada por el gobierno de Brasil para los Juegos Olímpicos (más de 7 billones de libras esterlinas), han dejado al país en una recesión histórica que ya empieza a tener consecuencias.
Los salarios del magisterio están siendo retenidos y el clima que se percibe es el de un gobierno interino golpista, que ha apostado a los recortes presupuestales, a las privatizaciones y la represión de las protestas.
Esto, sin olvidar el clima de violencia que ya registra cifras inéditas: tan solo en lo que va del año, Río de Janeiro registró un alarmante aumento de crímenes violentos con 2 mil homicidios en los primeros siete meses de este 2016 y varios deportistas han sido asaltados por su celular o por su cartera.
Las favelas han sido rodeadas de muros de madera en un intento del gobierno golpista de Brasil por esconder la vergüenza en la que han sumido al pueblo brasileño, con miles de personas viviendo en las calles o en el desempleo, sin techo o como dicen allá: “sin morada”.
GANANCIAS A COSTA DE MUJERES Y NIÑAS
El saldo que arroja esta situación de profunda crisis económica, social y política, es un mayor número de personas en situación de vulnerabilidad, y son principalmente las mujeres, las niñas, los niños, y las y los adolescentes los más propensos a ser víctimas de quienes buscan ganancias a toda costa.
Y es justo en estos días donde se aprecian claramente las formas en que se transgreden sus más fundamentales derechos. Aun cuando deberían disfrutar de vivienda, trabajo digno, educación y acceso a la salud por parte del Estado, la realidad de las calles es muy diferente.
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Por ejemplo, a un matemático y su socio se les ocurrió que los Juegos Olímpicos eran una excelente oportunidad para hacer dinero: reclutar mujeres para prostituirlas fue su idea de negocio.
Y es que muchas veces no es necesario usar la fuerza física para explotar la prostitución ajena. Basta la terrible violencia que implica el hambre y la pobreza para lograr que las mujeres estén dispuestas a hacer lo que sea. De ellas suele decirse que son “voluntarias”, o que “lo hacen porque así lo decidieron”.
La agencia EFE y El País han dado cuenta de la desesperación económica de mujeres y niñas del interior de Brasil que llegan a las ciudades donde se realizan los encuentros deportivos, ya sea reclutadas, engañadas con la promesa de un empleo o en la simple búsqueda personal de un ingreso que les permita pagar sus cuentas y mantener a su familia. Mientras en los estadios, canchas, gimnasios y albercas, todo es alegría, en las calles todo se reduce a la desigualdad, a la pobreza, a la desesperación, a la violencia, a la prostitución y a la criminalidad.
“Ellas trabajan de lunes a viernes, ocho horas por día. Si no consiguen un cliente, están obligadas a quedarse hasta las seis de la mañana. Los interesados pagan 100 reales [567 pesos mexicanos o 31 dólares] por ingresar al local, 300 reales por tener sexo y 100 reales para acceder a una habitación”.
Como si esto no fuera suficiente, lo que antes resultaba un buen negocio, desde la Copa Mundial de Futbol de 2014 ha empezado a mermar ganancias debido a la recesión. Esto sucede aun en Vila Mimosa, la zona de prostitución por excelencia en Río, lo que se ha agravado por la rampante epidemia del Zika.
Los medios reportan que a tan solo a 50 minutos de la Villa Olímpica se comercia con los cuerpos de niñas de 9 años; que los tratantes buscan específicamente a las familias pobres (sea de las favelas o de las zonas rurales de Brasil) para ofrecer dinero a cambio de sus hijas… En fin.
Y es que en el inicio de toda esta cadena de miseria, injusticia y transgresión a los derechos humanos de mujeres, niñas, niños y adolescentes víctimas de trata y/o de explotación de la prostitución ajena, está el turista, ese sonriente aficionado que saluda a las cámaras en el día, y de noche se convierte en cómplice de la histórica violencia contra las mujeres, contra las y los más vulnerables, que permanece intacta y a la vista de todos.
Teresa Ulloa Ziáurriz
*Directora Regional de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (Catwlac, por sus siglas en inglés)
Twitter: @CATWLACDIR