Fue en 2015 cuando ella desapareció, fue víctima de su propia amiga. La puso y la privaron de su libertad y quisieron lucrar con su integridad y bienestar físico, emocional y mental.
Ella trabajaba en una empresa, llevaba una vida normal y ayudaba en su casa con los gastos. Su madre era dentista y su padre tenía un buen trabajo pero no eran una familia adinerada.
Ella confiaba en sus amistades, como cualquier joven de 23 años llena de vida y sin problemas aparentes.
Un día, ella recibió la llamada de una de sus amigas que trabajaba con ella, la citaron para ir a un bar cerca de una estación del Metro de la línea rosa. Ella como cualquier joven decidió ir para convivir y tomar algunos tragos.
Para su sorpresa, cuando llegaron su amiga estaba acompañada de una persona que no conocía. Según lo que su amiga le había dicho, el bar estaba cerca del Metro, pero esto no fue así. El bar se encontraba a unos 40 minutos en carro del lugar de la cita.
Pero ella, aun así, confiando en su amiga, se dispuso a ir con ella. Al llegar al lugar, éste se podría describir como un lugar “de mala muerte”. Cuando entraron, la víctima se encontró confundida y preocupada porque no sólo era un individuo al que no conocía, si no que eran varios, por lo menos cinco los que las esperaban y ella no sabía quiénes eran.
Poco tiempo después, ella se encontró en una casa de seguridad, lejos de su familia y de su ciudad. Los secuestradores, empezaron a cazar a su familia.
Llamadas, mensajes y amenazas. La cantidad que pedían era exorbitante para las posibilidades de la familia. Con esfuerzo y coordinación, la familia alcanzó a juntar el dinero. Después de un par de días se acordó la entrega del dinero y la devolución de la víctima de secuestro.
Pero, al final, algo sale mal. Los secuestradores, recogieron el dinero pero no la liberaron. Por desgracia, la víctima perdió la vida a manos de estos individuos, entre los que había un soldado.
La FAS de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México, integró las investigaciones, pero como el cuerpo sin vida de la víctima apareció en el Estado de México, y como siempre, tuvieron que transcurrir varios meses para que se dieran cuenta que se trataba de la víctima de secuestro, por lo que la FAS procedió a declinar la competencia a la Fiscalía Especializada en Secuestros en el Valle de México, de la Fiscalía General del Estado de México.
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En los tiempos que vivimos, con los altos grados de violencia contra las mujeres, los feminicidios que no disminuyen, sino que aumentan, en el Estado de México y en todo el país; es, por desgracia, común escuchar historias de terror como ésta. Pero esto no quiere decir, de ninguna manera, que casos como éste sean normales.
La tarea del Estado Mexicano es velar por la seguridad de todas y todos y velar por el bienestar de toda la ciudadanía. Pero, sin embargo, algunas de sus decisiones, como el cambio de sistema penal ha dado la oportunidad a muchos delincuentes de salir libres y de ampararse, y así prolongar el sufrimiento de las familias revictimizándolas y no reparando integralmente a las víctimas directas e indirectas u ofendidos de flagelos como éstos.
La CATWLAC repudia la violencia y la alevosía y ventaja que se utiliza al privar de la libertad a mujeres, niñas y adolescentes en México. Nos parece atroz que les den prioridad a los derechos de los delincuentes y les permitan recuperar su libertad aunque sean responsables.
En estos momentos estamos en la etapa de Juicio Oral de 5 de los secuestradores, aunque falta ejecutar una de las 6 órdenes de aprehensión, por lo que esperamos del Juez de Juicio Oral, Dr. Felipe Landeros Herrera, deje caer todo el peso de la Ley contra este grupo de la delincuencia organizada.
Responsable de la publicación:
Lic. Graciela Colin
Coordinadora SAR
CATWLAC
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