Según Naciones Unidas, “la violencia contra las mujeres, no puede ser parte de una abstracción, considerándola un acto individual de determinada persona en circunstancias específicas”.
La violencia es más que eso: “Es un mecanismo para mantener la autoridad de los hombres, reforzando las normas patriarcales vigentes y, en consecuencia, para rastrear los factores que convergen con ella, hay que pensar en un contexto social amplio como el de las relaciones de poder”.
En ese sentido, el papel de la cultura es una de las principales causas de la violencia contra las mujeres en sus diferentes manifestaciones. Una de esas expresiones es el feminicidio, que puede ser enfrentado desde la cultura, entendida ésta como una red de procesos, relaciones de poder y discursos cambiantes.
Feminicidio e Impunidad
Todos los días y en todas partes las mujeres son asesinadas. Crímenes en situaciones de conflictos armados o guerras; en la calle, relacionados con violaciones o con el crimen organizado, la prostitución o la pornografía “snuff”; o cometidos por sus maridos, parejas, ex parejas. Todos crímenes ligados a la sexualidad, en donde el factor de riesgo es ser mujer o niña.
Mientras que el concepto de violencia contra las mujeres tiene ya varias décadas, el de feminicidio es más reciente. Y a mi manera de ver, se trata del concepto de genocidio, la intención de destruir total o parcialmente a un grupo, en este caso, las mujeres y las niñas.
El concepto es útil porque nos indica el carácter social y generalizado de la violencia basada en las desigualdades de género y cuestiona los argumentos que tienden a disculpar y a representar a los agresores como “locos” o a concebir estas muertes como “crímenes pasionales”, o bien, a atenuar su importancia en el caso de situaciones de conflicto o guerra. Tanto el concepto de “violaciones en la guerra” como el de “crimen pasional” perpetúan la idea de que el criminal actúa poseído por fuerzas exteriores, inmanejables por él —el amor, la pasión, la venganza—, que la situación lo sobrepasa, que ha cometido actos que no controla, o muchas veces, que son justificados en el marco de otros crímenes.
El feminicidio debe ser comprendido en el contexto más amplio de las relaciones de dominio y control masculino sobre las mujeres, relaciones naturalizadas en la cultura patriarcal, en sus múltiples mecanismos de violentar, silenciar y permitir su impunidad. Y así como la sociedad disculpa; quienes interpretan y aplican las leyes, también disculpan.
Algunos de esos crímenes, como los que se dan en el marco de las relaciones personales, en los feminicidios íntimos, son disculpados con el argumento de la emoción violenta, la pasión, etc. Esta situación no hace más que reforzar la impunidad de los femicidios.
En consecuencia, hasta tanto no se haga visible y se comprenda su gravedad, no habrá sanción efectiva.
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Las luchas de los Movimientos de Mujeres de más de tres décadas culminaron con el reconocimiento de la violencia hacia las mujeres como un obstáculo que impide la democracia, el desarrollo y la paz. Se han dado pasos importantes en algunos temas –violencia conyugal, violaciones– pero otros temas como la prostitución siguen siendo totalmente banalizados, siendo que es una forma grave de violencia contra las mujeres y las niñas, que en muchas ocasiones las lleva hasta la muerte, o la trata de personas recurriendo a la amenaza, al uso de la fuerza, el engaño, al abuso de autoridad, o al abuso de una situación de vulnerabilidad con fines de explotación sexual, reproductiva, laboral o tráfico de órganos.
El Secretario General de las Naciones Unidas reportó que hay un nexo claro entre conflicto y post-conflicto relacionado con la violencia sexual, la trata de personas y la esclavitud sexual, trabajos forzados, tráfico de órganos, etc., la lista es larga. Y dijo que se enfocaría en la explotación sexual – predominantemente dirigida a mujeres, niñas y niños. Y mencionó que los efectos o daños de la trata con propósitos de explotación sexual son diferentes de los daños causados por la trata con otros propósitos de explotación. Su gravedad se debe a las formas específicas en que los cuerpos de las mujeres y niñas tratadas o explotadas son abusados y usados. Por lo que reconociendo que la trata de personas y la explotación sexual tienen una clara dimensión de género, es indispensable que todas las acciones contra la trata tengan obligatoriamente que contar con un enfoque género-específico.
En el Informe Global 2016 de UNDOC sobre trata de personas se reconoce que en términos de los diferentes tipos de Explotación y trata de personas de los cuales la Explotación sexual y el tra bajo forzado son las modalidades más frecuentes.
Las víctimas de trata pueden ser mujeres, hombres, niñas y niños, pero la mayoría de las víctimas son mujeres y niñas, de las cuales el 51% son mujeres y el 21% son hombres, 20% son niñas y 8% son niños.
Con el alarmante incremento de desaparición de personas, especialmente de mujeres y niñas, la proliferación de la delincuencia organizada, la corrupción gubernamental, y el nivel de impunidad del 98%, los femenicidios, secuestros y otros delitos de género de alto impacto y cualquier tipo de delito de violencia sexual.
Y cuando hablamos del abuso de una situación de vulnerabilidad, nos referimos a la pobreza, la pobreza extrema, la falta de oportunidades, la ignorancia, la violencia y la violación previas a la explotación sexual. La prostitución y la pornografía son, así mismo, manifestaciones de violencia contra las mujeres, en tanto, desde la cultura patriarcal, permiten perpetuar estereotipos como que los cuerpos de las mujeres y las niñas son para el placer sexual de los pobres hombres, que no pueden contener sus irracionales brotes hormonales.
La prostitución es la violencia más antigua que se ha perpetrado contra los cuerpos de las mujeres y las niñas, es un atentado contra su dignidad e integridad corporal y un abuso de poder que deja daños físicos y emocionales profundos. En suma, en el sistema social patriarcal, basado en las diferencias de sexo, posición económica, etnia, edad, discapacidad, o diversidad sexual, se hacen presentes en este tema, ya que existen sólo dos formas de colonizar los cuerpos de las mujeres, a través de la propiedad individual del cuerpo de la mujer-esposa, mujer-madre, mujer-hija, -el matrimonio/la familia- o a través de la propiedad colectiva de su cuerpo, la prostitución.
Entre las formas más recientemente reconocidas hay que señalar los feminicidios en las guerras, en muchas ocasiones asociados a violaciones masivas, como los ocurridos en la ex Yugoslavia, Rwanda, República Democrática del Congo, por citar sólo algunos ejemplos, que dieron lugar a respuestas de los organismos internacionales, que pretenden poner fin a su impunidad. O aquellos feminicidios perpetrados por las parejas o las exparejas, los más, que en América Latina les cobran la vida a 12 mujeres diariamente.
Queda mucho por hacer para que los logros a nivel internacional y a nivel de las legislaciones nacionales se conviertan en herramientas, recursos y garantías reales, para garantizar una vida libre de violencia para las mujeres y las niñas.